Dentro
del anecdotario radical se cuenta que existe una profecía; Mientras
existan pimientos verdes en la plaza de Copiapó, existirá el Partido
Radical, de hecho los pimientos plantados en Copiapó son más que
centenarios.
Lo cierto que, en mi modesta opinión, la asociación simbólica de los pimientos y el Radicalismo no es una asociación antojadiza.
De
hecho los pimientos conocidos también como pimiento boliviano,
pimentero, falsa pimienta, molle, molli, aguaribay, huaribay, cuyash,
kullakz, anacahuita o pirul, carácter autóctono en Chile es discutido,
sin embargo se le puede encontrar desde Arica hasta la zona central en
muchas partes como un árbol silvestre, y como árbol ornamental, hasta
la zona de Concepción.
Alcanza
una altura de hasta 25 metros y su tronco llega a medir 1,5 metros de
diámetro y su vida puede llegar hasta los 200 años, crece en una amplia
variedad de ambientes, siendo muy resistente a la sequía y a los suelos
salinos, desde el nivel del mar hasta los 3.500 metros de altitud.
Como
pueden darse cuenta, al igual que los radicales esparcidos no solo en
todo el territorio nacional, sino también en el extranjero, sobreviven a
diferentes realidades sociales y no en vano, nuestro Partido ha
sobrevivido oficialmente más de siglo y medio y en doctrina más de dos
siglos.
Sus
características genéticas no han evolucionado mayormente salvo algunas
peculiaridades en la adaptación a los diferentes micros climas y micros
zonas, al igual que los principios doctrinarios y filosóficos del
Radicalismo.
Todo
lo anterior lo he señalado a propósito del saludo que hice a Yuva
Olivares el 13 recién pasado por la celebración de su cumpleaños 95 y
sus 80 años de militancia ininterrumpida.
Los
pimientos de Copiapó al igual que Yuva (y como muchas mujeres radicales
que en su sencillez y humildad no buscan titulares ni reconocimientos
sino ser vigas maestras en la construcción de nuestro hogar radical) han
forjado su existencia con tesón y gran compromiso, sobreviviendo a
muchas adversidades porque sus raíces radicales son profundas y fuertes.
Hoy,
las nuevas generaciones, carecen de raíces fuertes, y no por su culpa,
sino porque en el Radicalismo de hace algunas décadas se perdió la
esencia política y se desvirtuaron los principios, inclusos algunos
viven con la mente en el pasado con claras prácticas de ANTROPOFAGIA
POLÍTICA.
Se
ha perdido la característica de bosque nativo (el radicalismo chileno
no tiene parangón, porque es genuino producto chileno) donde a la sombra
de un árbol mayor crecían los retoños, retoños que se esmeraban en
superar al maestro, y el maestro se superaba para entregar mejores
herramientas.
Hoy
se confunde la formación académica con la formación política, que si
bien es cierto la formación académica ayuda, eso no da, como milagro, la
formación cívica.
Vemos como las definiciones políticas de las últimas
décadas han sido medidas, en su gran mayoría, divorciadas de las
realidades de la sociedad, donde el único criterio imperante es el
ECONOMICO, olvidándose, en el caso de los dirigentes radicales que somos
una Colectividad eminentemente HUMANISTA.
Vivimos
las consecuencias de una política hidropónica, lo que ha generado en la
ciudadanía un rechazo a la actividad política, así como las conductas
de doble estándar, así como los "pechoños" que el día domingo en los
templos se golpean el pecho y entregan ostentosamente su contribución
monetaria “para los pobres”, pero durante la semana no trepidan en
conductas crueles para con sus semejantes, así como otros terminado sus
encuentros, se desprenden de sus paramentos, para sufrir una
transformación a bestias depredadoras.
El
Radicalismo es UNA FORMA DE VIDA, hoy olvidada, salvo en los viejos
tercios que, muchos, recogidos en sus hogares, por haber sido
desplazados por trepadores inescrupulosos, gárgolas luminosas que pueden
ser parte de cualquier panel político porque carecen de alma cívica.
Nuestra
correligionaria Yuva en 1942 ingresa al Partido Radical, fundadora
depto. femenino Javiera Carrera dentro del Partido Radical, trabaja en
la escuela rehabilitación del niño, hoy “teletón.”, en 1985 presidenta
alianza democrática en Antofagasta e integra la asamblea de la
civilidad. Se hace parte e integra y lucha en la Comisión de acuerdo
nacional, para derrotar el gobierno de la dictadura. Fundadora de la
Comisión de los Derechos Humanos de Antofagasta, junto don Gerardo
Claps, Felipe Valenzuela, Luis Maldonado, Fernando Seguers, Blas
Espinoza y otros. En lo gremial, 30 años participando como ramadera,
presidenta de la junta de vecinos “playa blanca” y en 1992 fue
distinguida como presidenta honoraria cámara de comercio detallista.
Las
raíces de Yuva, como las de los pimientos son profundas en su hábitat
social, como tantas y tantas mujeres radicales, a las cuales debemos
volcar nuestros ojos en la búsqueda de la enseñanza verdadera e
indiscutible, de cómo hacer partido en el corazón de la sociedad
nacional, mujeres que se ganaron el respeto y cariño de la gente, no por
ser la hija o la mujer de… sino por sus propios méritos.
Tengo
confianza que, y lo he dicho en otras oportunidades, las nuevas
generaciones no se contagiaran de la adicción a la antropofagia
política, ni se titularan de gárgolas luminosas, que entenderán que en
la asamblea radical conviven el pobre con el rico, el empleado con el
empleador, las mujeres con los hombres no importando edad, solo que son
parte de un lugar y son miembros de sus órganos vivos, y que cada
persona es un voto y una voz que importa.
Nabuco.