Este es un Blog para los Radicales de tomo y lomo.

DE PIE RADICALES CHILENOS. LEALES PERO NO SUBORDINADOS, SOCIOS POLITICOS, NO COMPLICES

miércoles, 12 de diciembre de 2007

ME DECLARO CASTILLISTA...

(Este post es un saludo a mi amigo Don Cebolla)
Hace tiempo que no escribía, todo por culpa de un montón de cosas que se sumaron, así como un grano de arena no molesta en el zapato, un puñado si.
Hoy me encontré con un comentario de mi amigo Don Cebolla y me dejó pensando, cuesta creer que uno, ya viejo, pueda ser importante para alguien joven, normalmente somos un estorbo o simplemente estamos “out”, la experiencia me señala que los viejos solo servimos para las emergencias, pero en fin no me voy a poner a llorar, cada uno pierde el tiempo como quiere y con quien quiere.
Mientras pensaba sobre que podría escribir, a propósito, la Escolástica ya se mejoró completamente de sus varices y como habrá quedado que ahora le anda mostrando las piernas a todo el mundo, por suerte la vieja todavía tiene las piernas bonitas, o al menos para mi lo siguen siendo.
Ahora, con todo esto de las fiestas de fin de año, en donde la Navidad y el Fin de Año se pelean la supremacía en las casa de los chilenos (debería decir Hogar, pero hogares quedan muy pocos) la Amanda me preguntó que me gustaria recibir de regalo…
un CD de Alberto Castillo…
¡de quién? me dijo,
Del doctor, del cantor de los cien barrios porteños, y me quedó mirando, bueno le dije, por ultimo ese que grabó con “Los Auténticos Decadentes”, pero Amanda, cómo no te vas a acordar y le canté un trocito de un tango que a mi me gusta mucho (y que conste no me gustan mucho los tangos, solo algunos, y deben conjugarse, letra, música e interprete)
“Yo sé que aún te acuerdas del barrio perdido,
de aquel Buenos Aires que nos vio partir,
que en tus labios fríos aún tiemblan los tangos
que en París cantabas antes de morir.
La lluvia de otoño mojó los castaños,
pero ya no estabas en el bulevar...
Muchachita criolla de los ojos negros,
tus labios dormidos ya no han de cantar.
Siempre te están esperando
allá en el barrio feliz,
pero siempre está nevando
sobre tu sueño, en París.
Paloma, cómo tosías
aquel invierno, al llegar...
Como un tango te morías
en el frío bulevar...”
¿Ah! me dijo…. Y se fue… pero creo que ni cachó lo que le canté y quien la cantaba…
No recuerdo exactamente si fue a mediados de los cincuenta o a principio de los sesenta, por esos años trabajaba en Correos en la ciudad de Concepción, lo que si recuerdo que era invierno, con unos colegas nos fuimos a servir unos sándwich al “Lanchones” y aprovechamos de jugarnos unas manitos de “cacho” para hacer hora e ir a ver a Alberto Castillo que se presentaba en el teatro Rex, que estaba en calle Rengo frente al cerro Amarillo, cerca de la vega de calle Caupolicán.
No pudo ir el profesor Athens (que era un radical de tomo y lomo) y nos quedábamos con “la pata coja” para el “cuarto” (se juega entre parejas, por eso lo del “cuarto” lo explico, porque le estoy escribiendo especialmente para mi amigo don Cebolla de Argentina), así que a última hora tuvimos que invitar al chico Guerrero, que trabajaba en la oficina de Partes y que se pasaba todo el día inventando historias, la cuestión fue que se puso a discutir con el Burro Gajardo por un “pistolón” y el tema de fondo era que los que perdían pagaban los sándwich y el Guerrero no quería pagar y llegamos tarde al teatro, el show ya habia comenzado y nos quedamos muchos en la entrada del teatro sin entradas.
Estábamos ahí cuando llegó un auto grande, un cadillac parece y todos se agolparon porque en él venía el cantante Alberto Castillo… se bajó del auto, lucía un impecable abrigo de color oscuro, un elegante sombrero y se distinguían sus puños blancos y sus colleras (gemelos) doradas;
Y esta gente que hace afuera que no entra che, le dijo a un acompañante, éste le indicó que no entraban porque las entradas se habían agotado.
Pero no se pueden ir sin haber escuchado algo al menos y sacándose el abrigo, se subió al techo del auto y canto, “a capella” tres tangos, uno fue La que murió en Paris, el otro fue Moneda de Cobre y remató con Garufa, tango que lo coreamos todos a voz en cuello…
“Garufa, (nosotros)
¡pucha que sos divertido! (el doctor)
Garufa, (nosotros)
ya sos un caso perdido;
tu vieja (nosotros)
dice que sos un bandido
porque supo que te vieron
la otra noche
en el Parque Japonés.” (todos)
Luego se bajó en medio de un prolongado y cariñosos aplausos, y caminó a la entrada, llevaba el abrigo al brazo, pasó por el lado de un hombre pobre que le miraba como a un dios, se detuvo, le dio la mano y le regalo, muy cariñosamente, su abrigo y se perdió entre la gente hacia el interior del teatro.
Han pasado muchos cantores por los escenarios de Chile, y es posible que seguirán apareciendo, pero el doctor, el cantor de los cien barrios porteños, el hombre que hablaba el verbo del pueblo, seguirá presente en el alma de muchos chilenos.
Para concluir, en una de las tertulias en el barrio Bandera, comentaba un periodista que le fue a visitar a Buenos Aires, a su residencia, para hacerle una entrevista exclusiva, le salió a atender un señor calvo, de aire distinguido, vestido con una bata muy elegante, preguntó por el doctor Castillo, (que era su apellido artístico ya que él era hijo de emigrantes italiano y su apellido verdadero era Da Luca), espere, mientras lo pasaba a una salita, le voy a avisar… pasaron como quince minutos y apareció Alberto Castillo, vestido de terno muy formal y con bisoñé….Da Luca me avisó que Ud quería verme… el periodista muy astutamente le respondió, por favor agradézcale la gentileza…
Médico de profesión, cantante y actor… pero ante todo…pueblo…por eso me declaro Castillista.