(Y también generan conductas extrañas en las propias mujeres.)
Desde hace tiempo he venido observando una creciente corriente de acciones de mujeres que se autodefinen como feministas, cosa que no me causa mayor sorpresa, ya que las acciones “feministas” ha sido parte de la historia de la humanidad.
Lo que me causa sorpresa es la banalidad de las argumentaciones, y lo básico de sus propósitos, pero tampoco es sorpresa para mí, ya que la preparación intelectual de quienes se yerguen como líderes, han concentrado su objetivo femenino en una “competencia deportiva” de supremacía, con un marcado odio hacia los hombres, quizás justificable desde sus particulares ópticas, pero eso es problema de cada una.
La Historia está plagada de hechos y personajes femeninos que en su tiempo, en su ambiente, y en prácticas culturales, marcaron un antes y un después.
He aprendido que para establecer buenas relaciones entre las personas, se debe ser ante todo justo, y los vínculos sociales, cívico-político se deben generar por el respeto a las ideas y argumentos de los demás, y con especial cuidado a las acciones, vale decir, la consecuencia.
Cualquier relación que se sostenga en las simpatías o el evitar “caer mal” por ser honesto, es efímera y ´provoca desconfianza, del mismo modo que sin darse la oportunidad para valorar, ponderar o analizar lo que otros dicen, lleva derecho a las conductas dogmáticas.
Me propuse estudiar desde mi privada actividad de investigador de hechos históricos, y con la acumulación de información que dan los años el tema revalidado de la presencia femenina en la historia de la Humanidad, lo que evidentemente me deja muchos vacíos, no así, he podido comprobar que existen ciertos comportamientos lógicos y cíclicos por los cuales se puede concluir que no importa en qué momento de la historia nos detengamos, el fondo de la cuestión es la misma, lo que cambia son las formas de cómo salir adelante en las situaciones conflictivas, y como los historiadores se encargan de distorsionarlas.
Cabe hacer un alto y reconocer que en estos últimos tiempos hay muchas publicaciones al respecto escrito por mujeres, donde gran parte de ellas han tratado de ser objetivas sobre los temas analizados.
Navegando por internet, me encontré, en un ataque de serendipia, como diría mi amiga Rizzos, con una publicación de la REVISTA MENSUAL ÓRGANO DE LA ASOCIACIÓN DE COSTURERAS (publicación con un contenido muy superior a las publicaciones femeninas de ahora) dirigida por doña Ester Díaz de Valdés (profesión operaria corpiñera) de mayo de 1908.
En uno de sus artículos reproduce un escrito publicado en el diario “LA PRENSA” de Buenos Aires el día 26 de diciembre de 1906 firmado por “L. Bonaparte” y que comienza con lo siguiente:
“Examinando la Historia, única página que nos enseña algo sobre la vida humana, sus vías y sus progresos. Debemos admitir, aunque involuntariamente, que allí no está escrita la igualdad entre los sexos.”
Y en verdad no deja de tener razón el firmante, los historiadores, salvo honrosas y escasas excepciones, han dedicado a escribir lo que ha hecho el sexo masculino, relevando a segundo o tercer plano, y a veces a las sombras de los acontecimientos la presencia femenina.
No menos cierto es que salvo heroicas y grandes acciones de mujeres, las mujeres en sí, han sido complacientes de estas situaciones, a pesar que cada cierto tiempo aparecen mujeres “feministas” que solo hacen culto a sus egos y que nunca logran dimensiones y trascendencias, y amparadas en los logros de otras, pasan de moda rápidamente.
Leído el artículo del sr. Bonaparte e inspirado en su contenido he desarrollado este escrito.
Desde tiempos inmemoriales, la presencia femenina ha sido puntos de anclaje en el devenir de los pueblos y sus culturas, han estado presente desde los inicios de los pueblos, a través de la representación divina, en libros sagrados, en las diferentes actividades cívicas.
Solo a modo de referencia puedo señalar que en el mundo de las Letras, la culminación del reconocimiento femenino se da en 1945 con la entrega del Premio Nobel de Literatura a nuestra compatriota y correligionaria Gabriela Mistral y después de 6 años se le concede el Premio Nacional de Literatura en 1951.
Del antiguo Egipto, aparece la figura de Cleopatra, figura eternamente asociada a sus historias amorosas pero nada con respecto a su condición de líder de un pueblo emblemático y a los aportes entregados a causa de su educación y conocimientos.
Nombres perdidos u ocultado por los historiadores y que fueron un punto de un antes y un después como Aspasia de Mileto, Semíramis, Hipatia, Cornelia, Areta de Cirene, (1), María de Molina (2), María Mendoza de Vives, Pilar Pascual de San Juan y María Josefa Massanés, Rosalía de Castro, por dar algunos nombres… hago una mención especial para Aurore Lucile Dupin, más conocida como George Sand.
En América Latina, son innumerable los nombres de mujeres que marcaron un antes y un después, a quienes me referiré en una próxima publicación.
En Chile, ha habido un número considerable de mujeres que han dejado huella con su accionar, pero han sufrido las consecuencias del olvido por diferentes razones, hay nombres que los mantienen vivos, pero por intereses solapados y mezquinos, pero una vez, abierto el abanico de nombres, esos nombres se diluyen.
En nuestro micro universo, el PR, hay muchas mujeres inteligentes, estudiosas, HOY, pero no son usuarias de perifoneos ególatras, porque conscientes de sus capacidades y conocimientos y la potencia de sus argumentos se hacen presente por sus acciones, a las cuales le brindo mi profundo respeto y mi total atención, porque sé que de ellas aprendo positivamente.
Muchas veces es más reconfortante un “tecito en un choquero” sentado en un humilde piso de madera que un plato gourmet en una mesa “Luis XV”, nuestra Colectividad se ha mantenido en el tiempo y en algún momento fue fuerte y preponderante no solo en el ámbito político sino que en toda actividad de la Patria porque se produjo la amalgama de la sabiduría del pueblo y la ilustración de los intelectuales, ambos elementos hoy ausente en nuestras prácticas diarias.
Si nuestra colectividad fue IMPORTANTE en la sociedad chilena fue como consecuencia de la ACCIÓN mancomunada del núcleo social; LA FAMILIA, donde cada uno de sus integrantes, sin DISGREGARLOS, enfrentaban los desafíos sociales cada uno en sus particulares ambientes.
Nabuco.
(1) A ella se le asigna el origen del vocablo “metrodidacta”, es decir, aplicable a los hijos educados por su madre.
(2) “La Historia también pertenece a las mujeres. Puede que su escaso relato en las crónicas y literatos de la época hayan contribuido a un desconocimiento sobre el protagonismo femenino hoy. Sin embargo, se pueden mencionar a muchas figuras de gran relevancia que contradicen todo lo que se da por supuesto en la Edad Media, entre ellas, sin duda, María de Molina, un personaje extraordinario en el mundo hispánico y en el curso de los acontecimientos históricos, tanto, incluso, como lo sería más tarde Isabel la Católica.” Diario ABC 17/06/2019.