Autor: Hernol Flores Opazo.
Como testigo privilegiado del protagonismo que cupo a dirigentes
sindicales de militancia radical en el perÃodo comprendido entre los años 1960
y 1990, me resulta grato cumplir la sugerencia de dejar constancia escrita de
la labor cumplida por la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales, ANEF,
presidida por TUCAPEL JIMENEZ ALFARO, y la Asociación Postal Telegráfica de
Chile, APTCH, presidida por HERNOL FLORES OPAZO.
Me motiva la entrega de este testimonio el convencimiento que existe la ineludible necesidad de relatar la historia sindical de esas décadas, con visión objetiva y sin los pre conceptos o sesgos ideológicos que, a mi juicio, han distorsionado la verdad y desdibujado muchos de sus reales acontecimientos.
junto con ignorar o discriminar, injustamente, a importantes actores del proceso, y a veces deformando acciones trascendentes cumplidas por sindicalistas que, incluso, rindieron su vida luchando en defensa de la democracia, y por la existencia de un movimiento sindical verdaderamente libre y auténticamente democrático, libre de toda atadura externa a los intereses legÃtimos de las mujeres y hombres de trabajo.
Por lo mismo, también me apremia el empeño de revertir el olvido y condena a la injusta exclusión de valiosos dirigentes sindicales: como Eduardo RÃos Arias, Ernesto Vogel RodrÃguez, Gustavo DÃaz Lagos, Salvador Castro Hidalgo, LuÃs AlegrÃa, Eugenio León, entre tantos otros que, con sobrados méritos, no pueden estar fuera del cuadro de honor del sindicalismo chileno.
Por ellos y en su homenaje, comprometo mi honor en que con la mayor sinceridad posible trataré de explicar desde donde nace la vertiente doctrinaria que ha guiado nuestros pasos en el sindicalismo; que justificó las acciones del pasado, y que deberÃa inspirar la lucha del presente y el futuro en favor de los objetivos sindicales, humanos y polÃticos señalados en esos principios.
Al fundar la ANEF, el 5 de Mayo de 1943, don Clotario Blest dejó inscrito en su Declaración de Principios los valores principales que deberÃan regir la organización, en los siguientes términos: "somos sindicalistas y no polÃticos, la justicia social y la confraternidad humana son las bases de la ANEF, buscamos el perfeccionamiento económico, cultural y social, el perfeccionamiento moral de nuestros asociados, basados en principios de honradez, disciplina y sacrificio".
Consecuente con ese mandato moral, cada uno de quienes fuimos sus discÃpulos y que orgullosamente participamos en su conducción, tuvimos la preocupación de que la ANEF desarrollara su acción con pleno apego al sistema sindical democrático, participativo y pluralista; regida exclusivamente por el insobornable principio de la soberanÃa de sus afiliados, con absoluta prescindencia de ideologÃas o credos ajenos al sindicalismo.
El apego absoluto al principio fundamental de estar en el Partido por el sindicato y no en el sindicato por el Partido, mantenidos muy firmes en más de un tercio de siglo, constituyó el significado profundo de la ANEF en la vida social y polÃtica de Chile.
Para estos efectos, la esencia de la doctrina social y polÃtica de la ANEF y sus organizaciones base, se inspiró en el sindicalismo libre, basado en la construcción y fortalecimiento permanente de todos los medios que permitan alcanzar, sin exclusiones, las mayores cuotas de libertad, igualdad y bienestar entre sus miembros y de la sociedad global.
Por tal razón, su actuación en la vida pública, la ANEF, se proyectó con fidelidad a valores esenciales, tales como la defensa de los derechos humanos, la democracia, la justicia, la solidaridad, la autonomÃa y la participación responsable.
Se rechazó, asÃ, el TOTALITARISMO, cuya doctrina aspira a gobiernos e instituciones verticales, de conducción única que concentre toda su estructura de poder social o polÃtico, para lo cual no se trepida en negar todo derecho a cualquier colectividad o persona que se permita contrariar sus postulados, usando incluso para ello los más perversos medios de coerción y de propaganda.
Para la ANEF, la experiencia mundial señalaba que para el TOTALITARISMO no existen los principios ideológicos, polÃticos ni la jerarquÃa de poderes; para ellos sólo existe el poder único y total, que garantice su propio sistema de dominación.
Quien no acepte someterse a sus designios, tiene que estar dispuesto a tirar su honra a la basura. En el “código” del TOTALITARISMO, quien no sea incondicional a sus propósitos pasa a ser un paria, un ser inferior, tránsfuga o traidor, merecedor de las penas del infierno. Fundamentan el dogmatismo de sus ideas y su intolerancia, en la creencia de la superioridad de sus Partidos y/o en la infalibilidad de sus caudillos.
Valgan estos enunciados como una forma de solidarizar con el propio don Clotario, y con todas las personas que por ejercer o haber sido democráticamente electos o electas en un cargo del cual los totalitarios criollos se crean dueños, han sido o son cruel e injustamente sometidos a una despiadada campaña de difamación y desprestigio.
Las injurias que sufrió el propio Clotario Blest a manos del comunismo nacional, son una demostración evidente de los extremos a que llega el totalitarismo social o polÃtico; sin diferencia si es de carácter militar o civil.
Fieles a su mandato doctrinario, el año 1972, la directiva que presidÃa Tucapel Jiménez, con el acuerdo unánime de sus organizaciones afiliadas, rechazó de plano el artero "Golpe de Estado" que hasta hoy sufre el sindicalismo chileno, y decidiendo retirar a la ANEF de la CUT de la época, en razón que ésta se transformó en un organismo más del gobierno de la Unidad Popular, y como tal, las organizaciones sindicales pasaron a ser órganos dependientes directo de los partidos polÃticos gobernantes.
El rompimiento final se produjo en razón que el Congreso de la CUT efectuado ese año (1972), acordó no permitir que fueran las organizaciones afiliadas quienes inscribieran sus candidatos propios a la dirección de la Central, sino que los postulantes debÃan ser obligadamente inscritos por los partidos polÃticos en que militaran, colectividades que también se reservaban el derecho de cambiar a su antojo los nombres de quienes resultaran electos.
De esta manera, como como los candidatos a dirigentes no se elegÃan por los afiliados, sino que directamente por los partidos polÃticos, estos eran dueños de los cargos, facultad que les permitÃa cambiar a los dirigentes a su antojo y conveniencia.
Por ejemplo, el presidente de la CUT era el Ministro del Trabajo, y cuando se producÃa un cambio de gabinete, el ministro volvÃa a ejercer su cargo en la central sindical. (1)
En ningún caso, se permitÃa pronunciamiento alguno de los organismos directivos, ni mucho menos de las bases. Con ese poder, la primera medida del ministro sindicalista fue: congelar las negociaciones colectivas.
El unánime repudio de los empleados públicos a la totalitaria reglamentación que la CUT impuso al movimiento sindical, fue la causa principal que provocó la renuncia de quienes nos negamos a ser sirvientes de los intereses de los partidos polÃticos.
Más adelante, en el corto perÃodo de gobierno de la UP, la ANEF se preocupó principalmente en mantener la fortaleza de su unidad orgánica interna, más de una vez amenazada por los intentos de los partidos de gobierno por introducir fisuras a través de los militantes que mantenÃan en los órganos directivos del gremio.
En general, la ANEF se mantuvo alejada de la turbulencia que convulsionaba la situación polÃtica que vivÃa el paÃs, pero jamás se abstuvo de expresar pública y enérgicamente su apoyo y respaldo a las reivindicaciones sociales, asà como a todas las organizaciones sindicales y sociales que, por manifestarse disidentes de las polÃticas oficiales, sufrÃan la ignominia de ser permanentemente agredidos en su libertad y derechos.
Por ejemplo, se denunció con fuerza la creación de “Comités de Unidad Popular, CUP”, organismos paralelos, que los partidarios del gobierno constituÃan en las empresas o servicios donde perdÃan las elecciones sindicales.
La ANEF después del 11 de Septiembre de 1973.
Como bien lo sabe la mayorÃa de los chilenos actuales, la Sede Nacional de ANEF se convirtió en la casa de la libertad. Allà nace el Grupo de los Diez, primer organismo sindical crÃtico de la dictadura; Don Clotario crea el Comando de Derechos Humanos y Sindicales; se funda la Central Democrática de Trabajadores, CDT, y como corolario de la lucha por la democracia, desde su salón principal se dirige al paÃs Don Eduardo Frei Montalva pidiendo apoyo al NO en el plebiscito de 1988.
El doloroso precio de esta irreductible actitud libertaria, fue pagado con fue la preciosa vida de su Presidente Mártir Tucapel Jiménez Alfaro.
(1) Luis Figueroa Mazuela (P.C., 1965-1973).
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Hernol Flores, secretario general, y Eduardo RÃos , presidente de la Central Democrática de Trabajadores, en conferencia de prensa con el coordinador del comando del “NO”, Sergio Molina Silva, exigiendo garantÃas ´para la votación del plebiscito de 1988
Anselmo Sule acude a saludar la fundación de la Central Democratica de Trabajadores. Lo reciben Eduardo Rios, presidente y Hernol Flores, secretario general.
Convención de la CDT en Punta de Tralca, Noviembre de 1984.
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